Con los años y gracias al proceso de mi vida en la danza he ido aprendiendo a dar cada vez más espacio a la introspección y a la escucha del cuerpo, conectando con mis verdaderas necesidades.Desde siempre me apasiona el camino del desarrollo personal y todo aquello que ayude a las personas a evolucionar. Tengo el hábito de atender mi psiquis también desde distintos espacios, técnicas, terapias o tratamientos, por ello hice psicoanálisis durante más de 10 años y siento que fue de gran ayuda para atravesar el proceso de transformación que implica parir una nueva identidad de extranjera.La terapia me resultó muy positiva en la necesidad de dar luz a mi historia de abuelos inmigrantes y mi elección de crear una vida en un país nuevo.Para mi, danza, emigración y terapia tienen una profunda relación en mi camino de mujer artista." (R.Z. 31 años, Andalucía, España).

Quería contarles que yo me fui de Argentina porque me enamoré de un extranjero y me casé con él, me fui a vivir a su país. Al principio vivir fuera era como una luna de miel permanente pero pasado este tiempo se empieza a sentir la ausencia de la familia primaria y los amigos, los olores y lugares tan nuestros, los sabores, etc. La vida no se detiene porque nosotros nos fuimos y transitarla sin estos afectos se hace bastante difícil y en mi caso costó mucho más porque algunas de las personas que más amo se enfermaron y empezaron a partir y esta desesperación, y dolor por no poder estar en lo diario, acompañar y trabajar en mi las despedidas me llevó a buscar ayuda en la terapia. Y sólo con ayuda pude volver a armarme y aprender a vivir con todo lo que implica ser expatriado, con los años darte cuenta que es muy difícil vivir y armar tu hogar lejos del hogar. Todos los días agradezco a mi psicóloga y a mi coach por acompañarme en cada paso del camino, sin ellas no podría lograrlo (A. J. 47 años, México).

Emigramos con la idealización de la juventud, dejamos familia, amigos, olores, sensaciones… y cada dia que pasaba lo dejado atrás se hacia mas grande y nos costaba abrazar lo nuevo. La psicoterapia me sirvió para comprender mis razones de partir y encontrar las verdades detrás de mi deseo de quedarme en ese país que poco a poco iba transformándose en mi nuevo hogar. Mi pareja no quiso hacer terapia, pero mi propia transformación en análisis lo cambió todo. Pude hacer sitio dentro mio para nuevos amigos, desarrollo profesional, alegría en casa, acomode mi historia de vida y mi cabeza encontró calma (M. 49 años, Rumania).

Con mi pareja llevamos varios años dando vueltas por el mundo … conocí a mi analista en una de estas mudanzas, en donde me preguntaba si quería seguir «acompañando» a mi marido en este rally… trabajamos mucho el tema de mi posicionamiento en la pareja, los roles que ocupamos y la necesidad de definir el mío… Fueron tiempos de escucha, de conocerme y conocerlo a él … para poder armar algo más fructífero. Hoy encontré lo que me gusta hacer más allá de viajar, encontré mi lugar y nos re definimos como pareja. La co-paternidad también fue un tema en el que los dos tomamos sesiones con mi analista para evaluarla y decidir desde lo que podíamos. Hoy somos co-papas de dos nenas hermosas … Descubrí en mi terapia la fortaleza que nos da el migrar en permanencia y poder reconocernos como familia (R. 38 años y J. 42 años, hoy en Francia).

Con la terapia entendí que volver a mi país no era un fracaso sino una parada más en la búsqueda de mi destino. Tres años intenté acomodarme a una sociedad, aprender un idioma y buscar si era mi lugar. Me di cuenta que no es donde quiero estudiar y seguir creciendo.(C. N. 19 años, Perú).

Habernos ido no fue una decisión muy difícil en mi caso, queríamos experimentar con mi marido como era vivir "afuera", pero cuando empiezan a pasar algunos meses te das cuenta que no son vacaciones, que la etapa de "luna de miel" con el nuevo país se acabó, te das cuenta que es tu nuevo hogar de verdad; y empiezas a extrañar muchas cosas de tu país, principalmente la familia, la rutina de la vida que tenias, los amigos, las costumbres y el idioma, en nuestro caso. La terapia me ayudo mucho a darme cuenta que este cambio fue decisión mía, a hacerme cargo de lo que decidí, y aceptar que emigrar es difícil, pero también es una gran experiencia y sacar lo bueno de eso, aprender de eso, no sufrir la emigración si no disfrutar de nuevos desafíos, de la nueva cultura, los nuevos amigos, etc. Y tener siempre en mente que así como decidí irme, así puedo decidir volverme a ir, que soy dueña de mi vida y que claro que cada mudanza es difícil, pero si es para vivir como nosotros queremos, hay que hacerlo. Que nada es para siempre. (M. P. 35 años, Holanda).

Yo me fui de Argentina rumbo Uruguay por trabajo, me casé y nos vinimos a Israel. Tuvimos años buenos y otros muy malos. Nos divorciamos. Tengo una hija biológica y una que nos elegimos. Me llevó muchos años decidirme hacer terapia y encontrar psicóloga para mí, no todos los psicólogos son para uno. Cada domingo concurría a su consultorio. Esperaba cada sesión como si fuera un regalo porque me permitía conocerse a mí mismo frente a mis cambios no sólo de país, sino cambios físicos por operaciones repetidas en la infancia y una última para poder bajar de peso. Cada sesión era una oportunidad de conocerme y descubrirme. En mi lista de tareas, la primera era ser yo y así me acompañó mi terapeuta en el proceso de arriesgarme a crecer en un país con idioma nuevo e idiosincrasia distinta. El proceso terapéutico me ayudó a rever mis elecciones laborales y de pareja en especial, entender que yo soy mi dueño y a crecer sin miedos. Aprendí lo que es la resiliencia, a tenerme paciencia y a ser perseverante, a tener objetivos y lograrlos más allá de los errores en el camino. A tomar las riendas de mi presente y construir mi futuro sin boicotearme. Lo más importante es que aprendí que YO SI PODIA, que merecía estar mejor ya fuera en este país o en otro. Pude transformar muchas de mis debilidades en fortalezas, mis dudas en afirmaciones intentando cada día estar mejor conmigo mismo para ser un ganador de la vida, de la mía propia. Durante los años de terapia fui llenando mi cajón de herramientas, a saber utilizarlas de a poco y que no todas son llave maestra así que, construí las mías, de mi propia creación. Esas herramientas están hoy aquí conmigo, vivo nuevamente en Uruguay, en Punta Colorada, hace ya unos años, casado con una colombiana que conocí en Israel. Gracias a mi terapeuta hoy disfruto de mis logros y enfrento los desafíos diarios como una nueva oportunidad de crecimiento (L. B. 53 años, Uruguay).